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Escritos y reflexiones sobre poesía y literatura.

Carlos Asensio - Dejar de ser Carlos Asensio - Dejar de ser

Dejar de ser

Diciembre 26, 2016

Mi poemario Dejar de ser nació como una necesidad de extinguirse. De convertirse en una cosa nueva. De crecer y dejar atrás lastres y viejas rutinas del alma.

Las páginas de este libro suponen una exhaustiva búsqueda, pero también un duro camino de autodescubrimiento: conocerse y sentirse, aceptarse, pero también cambiar, fundirse con otra persona y dar nacimiento a lo que podríamos llamar un “ser nuevo”.

Dejar de ser está repleto de símbolos de despedida y de unión, de amor (propio y ajeno), de desfragmentación de la mente y el cuerpo. Mis poemas, con sus largas frases, no son sino retales de un sentir más antiguo y más primario que el propio mundo: mudarse de piel.

También se puede entender así: dejar que la erosión del tiempo arrastre la capa superior de los sedimentos adheridos a la memoria, para que de esta forma (y sólo quizás), podamos redescubrir un viejo yo que ya estaba perdido. O podamos dar lugar a un nuevo yo que no es ni el viejo ni el nuevo sino una triunfal suma de los dos.

La historia de la literatura, tan centrada siempre en el ego, nunca ha entendido esta necesidad imperiosa de no ser, de desaparecer del mapa egoísta de la vida. Se ha tendido a ver la descomposición del yo como un insulto a la existencia y a la individualidad, como si ser uno mismo fuera tan relevante que no ser nadie no lo fuera.

Como si conocer a alguien e introducirlo para siempre en tu precioso y particular universo no supusiera, en alguna medida, dejar de ser uno mismo.

***

Este proyecto, ya finalizado, verá la luz pública muy pronto. 

Haberlo terminado y dejar pasar un prudencial tiempo para que madure ha sido un complicado ejercicio. Y no podría estar más contento de compartir contigo en este blog pequeñas porciones de mí. Fragmentos que al volar hacia el mundo y aterrizar en tu vida, ya no son sólo míos sino nuestros.

Huracán

Es lo nuestro: ignorar la salida
del lugar cuyo interior nos confunde.
(Poemas a la noche, Rainer Maria Rilke)

Entramos por diferentes puertas al laberinto de las emociones.

Perdidos, extenuados hasta el hartazgo, nos encontramos en el prisma central, en plena mitad de nuestra cárcel sin techo.

Tú esquivabas mi mirada con la misma fogosidad que te aferrabas a mi cuerpo.

Yo buscaba tus ojos con la misma intensidad que mantenía atadas tus constantes vitales a los latidos de mi corazón.

Esa hora vespertina solía convertirse en el instante de la total entrega.

Y es que eres tan grandilocuente y suspicaz que cohíbes toda mi expresión y la reduces al simple gesto del beso.

En aquel mágico momento me encantaba apretarte contra mí y sentir que ni siquiera el viento podía traspasar la defensa de nuestros cuerpos.

En noches como aquella mi razón se turbaba, y mi único pensamiento era no dejarte escapar.

Atarte a mí usando todos los mecanismos del sentimiento.

Entonces, un tímido gesto irregular creaba una pequeña grieta, tan insignificante y tan remota que ni siquiera yo era totalmente capaz de reparar.

Entonces me cambiaba la cara y mi expectación mudaba a desconcertante melancolía.

¿Qué será del cielo, de las estaciones, cuando no estés tú para narrarlas a través de tu boca?

En noches como aquella venían a buscarme, cogidos de la mano, inseparables, amigos tan sorprendentes, el sentimiento, la dicha y una cierta dosis de tristeza.

Después, en la soledad de mi refugio de piedra, me embargaba el desasosiego. Las dudas y la necesidad de saber venían a roerme los recovecos del cráneo.

A pesar de que yo siempre preferí jugar a la improvisación, a tirarme al vacío sin mirar lo que podía haber allí abajo.

Y ahora lo entiendo todo:

Tú eres el huracán que amenaza con destrozar mi confortable hogar con su pasión y su renovado ímpetu,

y yo soy el necio que no se pone a resguardo cuando te ve acercarte.

 

[Extraído del poemario Dejar de ser]

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