Me caí a oscuras, pero me levanté mirando directo hacia la luz.
No había precisiones, tan sólo un baile de estrellas y demonios que me hacía parecer un ángel. Y un beso que se me antojaba esclavo, y una risa que me arraigaba dentro. Mis ojos que lloraban por lograr ver, y mis manos que competían por escribir algo hermoso.
A veces me extingo y rompo todo lo que atesoro.
Destrozo con mis ateridas manos
el frío desenvuelto de la cumbre.
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